Murmurante Teatro: Teatro para la vida

Por Johana Trujillo / 17 de octubre de 2022

Murmurante Teatro es fundado por Ariadna Medina y Juan de Dios Rath en Mérida, en 2008. Es un proyecto de creación e investigación escénica, interesado en el que hacer teatral contemporáneo y en los intercambios con otras disciplinas y lenguajes, tanto del campo artístico como del campo de la investigación social y las ciencias humanas.

 

Han llegado a Ciudad de México para presentar Transdisciplina desde el Sur. Retrospectiva 2010-2022. Aunque su retrospectiva celebra diez años, Murmurante está cumpliendo trece años de vida. Empezaron los festejos en febrero de 2020 en Mérida con la pieza Sidra pino, vestigios de una serie. Como parte de la celebración contemplaban una temporada en el teatro El Milagro, en Ciudad de México, pero la pandemia paró todo. Después de dos años y medio de ese encierro tienen la oportunidad de presentar parte de su trabajo en el primer recinto que les abrió las puertas fuera de Yucatán: el Centro Cultural del Bosque.

Con una cuota de recuperación de $45 pesos, presentarán en la Sala Xavier Villaurrutia (Campo Marte, Paseo de la Reforma y, Av. Paseo de la Reforma s/n, Miguel Hidalgo, CDMX) cuatro documentales y dos obras escénicas grabadas especialmente para el formato audiovisual:

  • Las huellas del silencio (19 de octubre, 20 hrs.), estrenado en 2020, busca entender las huellas de la violencia familiar y de género que viven muchas mujeres al sur de Mérida.
  • Los bordes del abismo (20 de octubre, 20 hrs.) documental estrenado en 2019 que explora el suicidio en Yucatán y Uruguay, dos regiones latinoamericanas que presumen altos niveles de bienestar pero tienen elevados índices de suicidio.
  • Las constelaciones del deseo (21 de octubre, 19 hrs) un documental estrenado en 2016 que apuesta por el teatro como lugar de enunciación de la lucha por la diversidad sexual.
  • Hipervínculos: Cuatro respiraderos para tiempos anómalos (22 de octubre, 19 hrs.) estrenada en pandemia. Gira en torno a las muchas maneras en que se han reconfigurado las relaciones afectivas en esta crisis global, en cómo la gente ha lidiado con las soledades particulares y las ha vinculado con otras.
  • El silencio que abrasa (23 de octubre, 20 hrs.) estrenado en 2018 en el Mérida Fest. Habla del duelo y la reconciliación además de reflexionar sobre el “buen morir”.
  • Murmurante en el umbral de lo escénico que muestra experiencias y testimonios de públicos diversos, profundizando en los procesos transdisciplinarios de la compañía. El trabajo transversal que ha realizado con médicos, investigadores sociales, artistas y comunidades inmersas en diversas problemáticas sociales forman parte de este trabajo audiovisual.

Cada proyección contará con especialistas invitados en los temas abordados, quienes participarán en un conversatorio con los espectadores al terminar cada proyección. Entre los invitados estarán el sociólogo Víctor Paya, autor del estudio socioantropológico de los mensajes póstumos del suicido: El don y la palabra; la psicóloga Angélica Segura, psicopedagoga especializada en violencia de género; Nathan Ambriz, activista, uno de los iniciadores de Jauría Trans y participante en Las constelaciones del deseo; la escenógrafa Auda Caraza y el dramaturgo Noé Morales en Hipervínculos… y cierran El silencio que abraza con la doctora Paulina Arenas Landgrave.

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Murmurante apuesta por las redes de colaboración así como por fortalecer el trabajo del grupo capacitándose, sin apresurarse porque “nuestros procesos son muy largos”, comparte Ariadna Medina, en entrevista para Distrito Teatral. La forma en que se vinculan es acompañando a la comunidad con la que van a trabajar, sin imponerse. Eso ha sido vital para que después de trece años sigan colaborando con ellos. Así ha sido con el tema del suicidio, por ejemplo, en Los bordes del abismo. De hecho, el tema del suicidio marco un antes y un después para Murmurante. “A partir de ahí fue que nosotros nos dimos cuenta que el arte es un vehículo idóneo para abordar problemáticas sociales” ya que es una problemática constante en Yucatán, que lo mantiene en el primer lugar.

El trabajo de esta compañía yucateca busca incidir en el contexto en el que labora. Escuchar los testimonios de sus distintos colaboradores y espectadores en Murmurante en el umbral de lo escénico, me recuerdan por qué el teatro es una herramienta que contribuye al cambio social. De hecho, su eslogan, Teatro para la vida, surgió del testimonio de un policía, que acababa de ver Manual de cacería, quien dijo que le gustaría “ver más teatro para ir aprendiendo lo que es la vida”. Por eso, lo significativo de su trabajo es que lleva a las personas a sentir, analizar e identificarse con las historias. Vayamos a conocer su trabajo en Transdisciplina desde el Sur. Retrospectiva 2010-2022.

En búsqueda del teatro que no he visto

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Más que ser crítica o espectadora me considero una amante del teatro. Mi asistencia a él responde a una necesidad personal en donde busco salir fuera de mí, olvidar que soy humano para presenciar hechos extraordinarios que cometen personajes que juegan a ser humanos. Un personaje se vuelve extraordinario por su potencia de ser posible o imposible una situación ideal o mundana, y por esa manera extraordinaria de enfrentar los conflictos que atañen al alma humana dentro de una sociedad.

Al leer las obras de Ibsen o Chejov observamos cómo personajes en potencia de ser extraordinarios acaban consigo mismos por miedo a enfrentar a la realidad de lo desconocido. El teatro ha sido para mí la búsqueda de catarsis más adictiva incluso que el cine. Uno observa al vilo de la butaca a esos actores que juegan a ser otros y que nos muestran una realidad inventada en la mente de un escritor, pero que nos parece más real que la realidad misma. Es en el arte en donde encontramos respuestas después de un extravío del alma.

Sin embargo, durante los últimos años en mis visitas al teatro los dramas han resultado intrascendentes, aburridos o simplemente entretenidos, nada que me sacuda dentro del alma y que me mantenga al vilo del alma. Recuerdo haber visto en el Milagro “¿Quién teme a Virginia Woolf?” y recuerdo la mirada de Jiménez Cacho dirigiéndose a la audiencia sin verla: ¡Eso es poesía! pensé mientras la trama nos sumergía en la sórdida existencia de otros seres, en una historia que me hacía olvidarme de mí misma.

En los últimos meses he leído constantemente a Dostoevsky y lo que me ha emocionado es su capacidad de hablar de la bajeza del alma sin importar la clase social a la pertenecen sus personajes. Hijos deseosos de matar al padre por su abandono; hombres capaces de matar por hambre y por no tener escapatoria ante una sociedad que olvida los más pobres. ¿De qué habla el teatro mexicano en la actualidad? ¿Por qué todo tiene que ser la adaptación de algo? Los escritores debemos hablar de las problemáticas de nuestra sociedad y de nuestro tiempo, apropiarnos de las palabras de otro jamás nos van a permitir retratar nuestro conflicto.

¿Por qué usar las palabras de otros? ¿Por qué poner siempre: basado en el texto de…? ¿A caso hemos perdido la capacidad de criticar nuestro tiempo? Porque no se puede decir que no existan obras que retraten los conflictos actuales, de hecho creo que lo hacen repetidamente. Por ejemplo: La obra “Los humanos” es un ejemplo del cliché de los conflictos familiares, pero todo se queda en la superficie. La crítica, base de nuestro pensamiento profundo, se ha perdido.

¿Ha perdido el teatro la capacidad de convocar audiencias o son los escritores quienes han perdido la capacidad de contar historias? No sé por qué, pero cada vez que voy al teatro sigo preguntándome cuándo podré olvidarme de mí por unas horas. Sé que no soy la única a quien le pasa esto. Pienso en las personas que me acompañan, en las veces que después de una función me dicen no me gustó o en mi próxima invitación jamás aceptan. ¿Para quién se escribe el teatro en la actualidad? ¿Para los jurados, teatreros o para convocar seres humanos en búsqueda de renacer cada vez que asisten a una obra?

¡Violencia!, el ideal de amar

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Me pregunto qué es lo que nos lleva al teatro y nos emociona. ¿Su manera superficial de mostrar la vida o por su profundidad? Durante algún tiempo he sido espectadora sin encontrar mucha emoción. Pienso que el teatro, como toda arte, nos regresa a la vida. En esta ocasión fui a ver “¡Violencia!” una obra que narra la historia de una joven que ha encontrado el desamor y se ha entregado a la depresión.

Al inicio de esta obra un breve prólogo nos indica que está dedicada a la madre quien cree que su hija fallaría. El amor alberga en nosotros los más profundos ideales, nos eleva como dioses y al desaparecer nos regresa a nuestra ordinaria humanidad. La ruptura con el otro simboliza nuestra propia muerte. La eclosión de lo que jamás volveremos a ser.

La obra dirigida por Diana Sedano apuesta por una estética que trae a la Compañía Nacional de Teatro ese toque fresco que acerca a jóvenes audiencias. La dramaturgia de Valeria Loera está animada por una comedia que simula un humor negro el cual nunca logra atravesar.

Los conflictos que se exponen son dos: la ruptura con la expareja y la madre siempre protagonista y joven. “¡Violencia!” no encarna el papel de una mujer fuerte actual, suplica por la compañía de un hombre que atienda sus fantasías más elevadas acerca del amor, pero no sabe mirar al otro. Quizá por ello el ideal de amar a un ser goma es más placentero que aprender amar al otro con virtudes y desaciertos.

Amar es un arte que nos refleja, ilumina, revela y eleva para hacernos caer es los más oscuros círculos de nuestro propio infierno, sin embargo, Violencia pareciera que nunca supo ver más allá de sí misma. Por ello, el “amor” por un muñeco inflable se vuelve avasallante, porque él no reflejará de ella mas que el ideal que tiene ella de sí misma y es ahí donde lo que se enuncia como amor no es más que un ejercicio del ego.

“¡Violencia!” se mantiene en la superficie del absurdo, del humor negro, del amor, de los demonios y la lujuria, quizá en ello radique su éxito, porque por el momento sea necesario mantenernos en la superficie y no arrastrarnos a la caverna más profunda.

La coproducción entre el Centro Cultural Helénico y la Compañía Nacional de Teatro se presenta en el Foro La Gruta, los martes a las 20:00 hrs, hasta el 13 de diciembre.

Lo que queda de nosotros: “un abrazo al corazón”

Por Johana Trujillo / Fotos: cortesía de Pas Producciones

Lo que queda de nosotros, escrita por Sara Pinet y Alejandro Ricaño, es un viaje por el abandono animal y el duelo de perder a seres queridos retomado por PAS Producciones. Su montaje se estrenó en febrero de este año en el Foro Shakespeare pero ahora se presenta en la Sala A de La Teatrería.

El dolor de perder a su madre y luego a su padre obliga a Nata a abandonar a Toto, su perro, para así no tener más vínculos afectivos con nadie. Desde ese momento sus vidas no serán las mismas: Toto se enfrentará a su nueva y difícil vida en la calle, mientras que Nata se sentirá más sola y triste que nunca.

Creo que el tema que aborda Lo que queda de nosotros es profundo y en Distrito Teatral nos gusta promover el teatro que nos conmueve, que nos hace reflexionar y sobretodo que quiere dialogar de ello en la niñez. Platicamos con Karen Furlong al respecto.

“Todos hemos pasado por un proceso de duelo de alguna u otra manera”, dice, “lamentablemente, justo que ahora fue lo de la pandemia, todos estuvimos cerca a una situación así. Desde perder incluso nuestra libertad, el poder salir a la calle, o poder ver a la gente que queremos, y hacer nuestras actividades normales, desde ahí fue una pérdida. La gente se va a sentir muy identificada en el sentido de las pérdidas.”

Por otro lado, Toto es un perro que “perdona a pesar de todo”, que “no guarda rencor. De hecho, Nata en un momento lo dice: «Un perro que me lamió la cara como los perros que son incapaces de guardar rencor». Y me parece que eso es muy conmovedor: el momento en que te das cuenta que tienes a un ser incondicional a tu lado, que no te va a abandonar; te va a perdonar a pesar de todo, a pesar de tus errores”.

Hace un par de días escuchaba el teaser del podcast Crecer en distopía, narrado por Daniela Rea, que nació de la necesidad de imaginar mejores posibilidades para niños y adolescentes en tiempos de pandemia. Eso me recordó que a veces se piensa en la niñez como un periodo en el que no se piensa, que los niños y niñas son “tontitos” aunque a veces sus preguntas y reflexiones puedan sorprendernos por su profundidad. En ese sentido, ¿cómo le habla el montaje a los niños sobre el duelo y el abandono de mascotas?

“En un ensayo lo platicábamos…Hay una escena en la que Nata le dice a su tía «sabías que nueve millones de niños mueren en agonía?» Platicábamos desde la intención en la que decíamos este texto y el director quería recalcar que no se dijera desde un lugar grosero. Era desde un lugar honesto, desde un lugar de un niño diciendo ‘oye, ubiquémonos”.

Recuerdo el montaje de Sara Pinet y Alejandro Ricaño en la Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque, pero lo que PAS Producciones trae a la mesa, y que me llamó la atención, es el teatro de sombras. Para Karen, juega un papel importante ya que, al ser narraturgia, aligera la experiencias del espectador al no tener a los actores todo el tiempo narrando monólogos. “Algunos personajes que nosotros les damos voz, su forma física la terminan de dar las sombras que hace Fátima Ramírez. Por ejemplo, la Cigüeña es un papel importante en la obra, anda por ahí un poco para situar al público en los lugares; cuando Toto va en la ciudad, está en el parque”.

El personaje principal, como cualquier adolescente, está entendiendo lo que significa crecer, pero también lo que significan las pérdidas. Nata “está teniendo una pérdida muy fuerte en su vida”, pero en un punto decide tomar responsabilidad sobre el abandono de su mascota. “Me parece bien lindo porque entiende que las cosas que uno hace hay que resolverlas. Y este es un gran mensaje que a veces al crecer se nos olvida: el hacernos responsables de nuestras acciones. Entender que los animales no se desechan de esa manera”.

“Lo bonito de esta obra es que no termina de una forma drástica sino que termina con un abrazo al corazón”. Lo que queda de nosotros cuenta con las actuaciones de Said Sandoval (director y productor) y Cinthya Annel (también productora) quienes alternan funciones con Memo Dorantes y Karen Furlong. El teatro de sombras está a cargo de la titiritera Fátima Ramírez y la música en vivo de Anne Yvker (guitarrista) y Carlos Gógora. La iluminación es de Iván Sotelo, Bastidores Novus Art y Liss Elegance Satín (escenografía), también Said Sandoval está en el vestuario e iluminación.

Se presenta los domingos a las 12:30 horas, hasta el 27 de noviembre en la Sala A de La Teatrería, ubicada en Tabasco 153, col. Roma Norte. Los boletos tienen un costo de $300 pesos y $250 con descuento para INAPAM, discapacidad y estudiantes con credencial vigente. Se pueden adquirir en la taquilla del recinto o a través de https://lateatreria.boletosenlinea.events/

Pancho Woyzeck: una obra incómoda

Por Viridiana Nárud

Luis Ernesto Verdín se caracteriza por ser un actor que dimensiona el espacio escénico desde distintas perspectivas, siempre acotándose a él. En esta ocasión el actor habita el hecho escénico desde dos distintas perspectivas: como dramaturgo y director y es por ello que encontramos en esta obra Pancho Woyzeck el semillero de lo que será su nueva faceta.

Analicemos la dramaturgia en primer orden para conocer los aciertos y desaciertos que comete el creativo. Pancho Woyzeck está inspirada del dramaturgo Georg Büchner titulada Woyzeck, en la obra original del alemán, se trata de hacer denuncia a un sistema capitalista oprimente y que quita toda dignidad al que se encuentra en la clase más baja. Siguiendo esta lógica, el personaje creado por Luis Ernesto sigue la decadencia y falta de dignidad por parte de un superior.

Pancho Woyzeck es un hombre miserable que vive en la miseria, con una mujer que ha perdido la razón desde la enfermedad de su hijo; su jefe, un líder religioso que se presenta cada semana en un programa de televisión le invita a formar parte de él para exhibir al mundo la decadencia en la que vive. Este Woyzeck muestra la lucha desencarnada en la actualidad por quince minutos de fama y cómo algunas personas se encuentran dispuestas a lucrar con el dolor y mísera del otro sin importar que representen una institución religiosa.

El encadenamiento de las escenas y su estructura nos sumerge a una atmósfera cada vez más siniestra en donde el humor negro es protagonista y se encuentra muy bien armado, sólo que se pierde por dar prioridad al drama de los personajes, yo le diría al dramaturgo que cediera paso a la comedia sórdida que le es natural. Creo que es uno de los mayores aciertos en la trama y sería muy grato para el espectador que a partir de la risa que libera también sea juez y parte para él.

Respecto al uso del espacio escénico: utilizar la antesala previa al foro y la parte superior al foro para video proyecciones, me parece arriesgado y no por ello desafortunado, sin embargo, en qué enriquece a la trama este juego. ¿No sería mejor ver las video proyecciones en el mismo nivel que sucede la escena en lugar de un fondo verde?

Respecto a las actuaciones: Existe comprensión por parte del elenco respecto al tono del texto y es por ello que el humor negro que en él se genera queda muy bien marcado y las risas del público responden a los estímulos generados por los actores.

En general la obra Pancho Woyzeck mantiene la denuncia, la perversión del opresor y el placer que éste siente al pisotear la dignidad humana. Al espectador, lo pone en un lugar incómodo al volverlo vivo y partícipe de la obra. Por momentos nos sumerge a esa realidad de los programas en donde el público es testigo de las vejaciones por parte de los conductores en contra de los invitados, un ejemplo de ello es la “Señorita Laura”, que somete a su público a ser testigo de la humillación pública de un ser humano y nadie dice nada.

¿Hasta dónde se puede llegar por un like, por rating, por fama? Hoy, en la era de la telecomunicación, en donde tenemos múltiples plataformas de exhibición de nuestra propia vida que alimenta el morbo ajeno, Pancho Woyzcek, podría ser uno de nosotros, en donde el hostigador es también uno mismo con tal de recibir un like o nuestros quince minutos de fama. Pancho Woyzeck es una obra incómoda por los temas que aborda y porque en la actualidad se da prioridad a lo “correcto” sin entender muy a bien lo que esto signifique. Esta obra te hará reír y sentir incómodo por esa misma risa.

Una entrevista a Roberto Mosqueda sobre Rebelión

1.09.2022
Por Johana Trujillo / Foto: Emilio Huizar

Roberto Mosqueda es artista escénico de Guanajuato cuya experiencia abarca también la dramaturgia, gestión y producción. En esta entrevista habla de Rebelión, con la que ofrecerá cuatro funciones en el Teatro La Capilla.

La pandemia nos permitió parar, repensarnos, replantearnos, cuestionarnos. a dos años de distancia, ¿llegó una rebelión de conciencias? “En la obra es mi utopía. Y como dice Galeano, para que sea el horizonte al cual vamos a caminar”, dice Roberto Mosqueda durante una entrevista para hablar de la breve temporada del unipersonal que el mismo escribe, dirige e interpreta.

Rebelión tiene dos personajes: Badi y Sin Nombre. Badi es el viejo y sabio guía de una revolución social que busca librarse de El Régimen, pero en su lucha, es asesinado. Ante este hecho, el caos domina a su grupo de disidentes, entre quienes se encuentra Sin Nombre: un ex sicario mutante que decide develar a sus compañeros la verdadera historia de su líder y cómo sus vidas se cruzaron en un trágico destino.

La civilización a la que pertenecen Badi y Sin Nombre, es gobernada por El Régimen -que a su vez es dominado por una fuerza oscura, El Nodo. Esta sociedad es azotada cíclicamente por las crisis de desaparición de mujeres y el descontrol del virus de la “sombra marrón”. Las enseñanzas del revolucionario serán, tal vez, el rayo de luz que se necesite para poder escapar de su infausta situación.

Toda esta reflexión de la obra surge de la experiencia de la pandemia. Roberto la vivió como una angustia porque no había trabajo. Además, tenía una sensación (que a veces extraña) de que “todos estábamos pasando por lo mismo. No importaba si eras la estrella de Hollywood o el primer bailarín del Royal Ballet, o estabas en Israel o en Argentina. Todas las personas estábamos pasando por la misma situación de confinamiento. Por un momento todas las diferencias desaparecieron.” Se pregunta cómo es posible que después de esta experiencia sigamos midiendo el éxito por el dinero ganado o quién conquista más. “Claro, es que son siglos y siglos que nos hemos construido así. Siglos de construirnos sobre la búsqueda de poder.”.

La dramaturgia se realizó a partir de la compilación de relatorías escritas por Roberto, que documentan cada una de las sesiones del Café Conversatorio: Entre Hombres que él organizaba durante 2019 y 2020. “Yo ponía el café y los compañeros que llegaban llevaban algo de desayunar. No era ni espacio de terapia, ni un espacio académico. Era un espacio entre compas. Para cotorrear y tomar café porque creo que nos hacía falta ese espacio.” La idea era hacer uno sólo pero se empezaron a unir más y lo organizaron juntos durante un año hasta que llegó la pandemia.

En 2020 revisita esas relatorías, gracias al Programa Creadores Escénicos del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (FONCA) de la Secretaría de Cultura del gobierno de México. Las analizó y después lo complementó con bibliografía sobre la masculinidad y la dominación. Y es que desde ese Café Conversatorio, su inquietud le hacía preguntar “¿Por qué como humanidad hacemos la guerra? ¿Por qué queremos conquistar? Me doy cuenta que eso tiene que ver con la parte masculina que no es exclusiva de los hombres. También esa parte masculina está en mujeres.”

Querer saber de dónde viene el machismo y su llegada a Ciudad de México le permitió observar que estando en los movimiento de resistencia, de diversidad algo le incomodaba. “Me incomodaba ese instinto de superioridad, que estaba presente en el machismo, lo empecé a ver en los movimientos que se levantaban contra el machismo. Entonces, como yo estoy del lado correcto de la historia y del progreso, tengo el derecho de decirte a ti que estás mal.” Llegó a la conclusión que es el ego humano, tema sobre el que se desarrolla la historia de Rebelión.

La dramaturgia y la manera en que están conceptualizadas las escenas es lo que ha llevado a que los espectadores se refieran a la obra ‘como una película’. Eso es gracias a la experiencia que él obtuvo al trabajar en la Unidad de Televisión de Guanaiuato como guionista investigador porque su formación es como humanista. Ahí coincidió con Joel Falcón, un realizador audiovisual a cargo del diseño sonoro de Rebelión. Roberto aprendió mucho de él sobre el lenguaje cinematográfico. Aprendió cómo contar las historias para pantalla. “Siento que ese lenguaje permea mucho el modo en que la dramaturgia está construida. Y me parece que es necesario porque el ojo del público ahorita ya está acostumbrado a Netflix, a Amazon Prime, a Disney+, a películas llenas de muchos estímulos.”, comparte.

Es como una película porque “la propuesta es generar paisajes o códigos con el cuerpo, como una suerte de lenguaje de señas, y al mismo tiempo permitiendo que el cuerpo se convierta en diferentes personajes.” Esto se combina con el diseño sonoro de Joel ayudando a estimular la imaginación del espectador. Además, la música original realizada por Eduardo Esquivel está “construida para ser leitmotiv de los personajes, como en las películas, que entra el personaje y tiene su tema.” La obra tiene un tema para Badi y otro para Sin Nombre por lo que la música ayuda a ese tránsito que hace el actor entre personajes.

Asimismo, influidos por la pandemia, el proyecto está pensado para que se presente en cualquier lugar. Se ha presentado en canchas de basquetbol, una fábrica de zapatos con un foro, en un anfiteatro y hasta en el sótano de un edificio abandonado. “La misma energía de la obra es rebelde en ese sentido.” Con pocos elementos: cinco cubetas, pedazos de tela, un par de máscaras y vestuario Rebelión, narra una historia de ciencia ficción y de acción, sobre futuros distópicos generando cuestionamientos en torno a la crisis ambiental, el machismo y la desigualdad social.

El equipo creativo lo complementan otros expertos guanajuatenses como Paola Arenas en producción; Donají López en la gestión cultural y Hanani Palomares en la imagen y diseño. También cuenta con el asesoramiento de Ginna Álvarez en dirección, Janett Juárez en dramaturgia y Jaime Sierra, en coreografía; éstos dos últimos, creadores regiomontanos.

Rebelión se presentará los miércoles a las 20:00 horas, del 7 al 28 de septiembre, en el Teatro La Capilla, ubicado en Madrid 13, col. Del Carmen, Alcaldía Coyoacán. Los boletos tienen un costo de $300 pesos, entrada general y se pueden conseguir en https://boletopolis.com/es/evento/23455 o en la taquilla del recinto, una hora antes de las funciones. ¿Te la vas a perder?

¿Podemos invisibilizar el arte?

Por Viridiana Nárud
En una entrevista que le hice a Alain Kerriou pregunté ¿qué pasaría si un día se invisibilizara el arte? ¿Qué sería lo que colgaría de nuestra pared? ¿Qué escucharíamos en Spotify, YouTube y demás plataformas? Habría que cubrir con un manto los monumentos históricos y probablemente ir al centro a ver los palacios no sería una opción. ¿Algunos países quedarían desiertos y su valor turístico caería estrepitosamente? ¿Podríamos imaginar París sin sus palacios o museos? ¿Podríamos pensar en Madrid sin ir al Prado? ¿Qué vestiría museos?

El artista ha sido testigo, crítico y narrador de su época. No es de sorprenderse que para algunos regímenes sea un traidor o esté constantemente sometido a la censura. ¿Recuerdan a Víctor Jara? Músico chileno que fue torturado por militares golpistas a favor del famoso dictador Augusto Pinochet, ¿recuerdan que sus manos fueron cortadas mientras le decían cantor de pura mierda?

Existe un desprecio por la cultura porque existe un desprecio al pensamiento crítico. En este desprecio no existe forma de diálogo y lo que se pretende es aniquilar la otredad, esa manera tan desconcertante en dónde también el yo se encuentra a sí mismo y lo hace dudar de sus propias creencias. Las creencias encuentran su base en la subjetividad y en la falta de cuestionar por qué se cree determinada cosa, el dogma es su aliado y cuando llega éste se estable como reina la ideología y en esta última es cuando la nulificación del individuo se consuma, porque a partir de ese momento dejará de pensar por sí mismo.

El arte y la cultura se encuentran estrechamente ligados al mundo de la ideas y del conocimiento y, en ocasiones, tiene tintes ontológicos, también son armas de protesta. Dostoyesvki, escritor ruso dice: Hay muchas personas honradas gracias a que son tontas y otro autor que no puedo recordar dice más a o menos así: ningún ángel puede llegar a serlo sin antes haber tocado el infierno. Heidegger, filósofo alemán, nos invita a dudar de todo y que a partir de esta duda se genera el conocimiento de la realidad. Al depreciar la cultura y el arte ¿no estamos invisibilizándonos a nosotros mismos?

¿Por qué el pensamiento crítico es castigado y se ve, en ocasiones, al otro como loco? ¿Qué es la locura y por qué debe dictarse una norma aplastante que sofoca la otredad del pensamiento, de la creatividad, de aquel que cuestiona? ¿No se está pecando de inocencia y honrades al pensar que el arte es inútil así como el ejercicio de pensar?

Termino así: Podremos callar nuestros pensamientos con mero entrenamiento. Encerrarnos en casa, prender el televisor, ir al gimansio para que nuestras emociones y esa voz interna que duda, que nos invita a pensar se silencie, pero siempre será un nuevo día y esa voz será más fuerte y no callará aunque la obliguemos. En nuestra soledad sabremos consciente o inconscientemente que algo está mal y por ello al encontrarnos con una obra de arte nos sentiremos perturbados, porque ha sido el alma, termino tan vilipendiado hoy en día, la que se ha manifestado.

El arte no podrá ser jamás silenciado ni invisibilizado porque es la expresión más primitiva que tenemos los seres humanos para entendernos a nosotros mismos. Y ésta tarea no es sólo del artista porque existen vidas que también son arte y quien quiera acabar con ello, acabará sumergido en la muerte en vida más profunda y la depresión será su última puerta de salida.

Foto: Markus Spike Unsplash

¡Dolores! Un espectáculo total

Por Viridiana Nárud

Dolores es un espectáculo que forma parte del Festival Al Alma, desde Francia, el cual tiene como propósito la itinerancia y dar a conocer obras de Francia a México. En el caso de ¡Dolores! Un espectáculo total, podríamos pensar que el lenguaje es una manera de unirnos en la comunión del arte y que al no conocer del todo un idioma nos podemos perder un poco en la interpretación. Sin embargo, ¿qué es lo más importante: lo que se dice o lo que se siente?

Dolores es una mujer interpretada por Jean Christophe Coutaud, la cual a través de una conferencia habla y piensa acerca del flamenco, de su dolor y lo que significa este arte. A través de viajes a distintos países dentro de la imaginación de la personaja, podemos conocer los amores de Dolores y cómo se ha entregado a ellos sin dudar jamás en la fuerza del amor.

¡Dolores! Un espectáculo total nos hace reír en el absurdo, nos hace pensar en cómo los actores viajan de un continente a otro y nos muestran su cultura, su manera de hacer teatro, cómo visualizan a otras culturas y cómo a través de la risa nos liberan de nuestros agobiantes días. Sin duda, esta obra muestra un poco de la cultura y teatro de este país invitado. Nos permite valorar la itinerancia dentro del teatro, el valor de viajar ligero para hacer teatro.

Al final del espectáculo, Jean Christophe Coutaud quiso terminar su obra con un acto político: recordando que es nuestro deber hablar con nuestros políticos y comunidades acerca del cambio climático que nos asecha. Un aplauso al esfuerzo de Alain Ramírez Méndez en la gestión y al equipo del Teatro La Capilla que abren sus puertas para acercar al público de este recinto no sólo obras sino culturas diferentes y divergentes.

Edipo: nadie es ateo rendirá homenaje al escenógrafo e iluminador Alejandro Luna

Por Johana Trujillo A. 

Dos funciones especiales en el Teatro Esperanza Iris permitirán apreciar el trabajo de Luna en su totalidad.

David Gaitán escribe y dirige Edipo: nadie es ateo, una reinterpretación de la clásica tragedia griega enfocada en la búsqueda por la verdad, reformulada a la actualidad en una pieza con solo cinco personajes: Edipo, Yocasta, Creonte, Tiresias y un mensajero.

Una peste terrible azota a Tebas. Sin razón aparente, animales han ido muriendo de a poco. Edipo no quiere llamar a Tiresias porque no quiere que decisiones se basen en oráculos. Sin embargo, por petición de todo el pueblo tebano, acepta. Tiresias dice: “Un humano se coló entre las bestias. Secuestró todo el salvajismo disponible. Encuentren al animal y Tebas renacerá.”

“Creo que al estar haciendo este reestreno después de la pandemia, hay muchas más capas de lectura que sólo una historia que cuenta la peste que hay en Tebas y como unos gobernantes buscan darle solución a ello mientras atravesamos conceptos como la verdad y la fe de manera muy intensiva, lúdica, con mucho sentido del humor”, dice Gaitán en entrevista para Distrito Teatral.

“Lo edípico hoy puede ser entendido como un modo de relacionarse con los pares, la política y hasta la realidad. El peso de este antecedente, imposible de pasar por alto, determinó en buena medida la escritura de Edipo: nadie es ateo y su puesta en escena.”

La reflexión particular que esta versión ofrece con respecto a montajes tradicionales del mito, es en torno a la verdad: “Para dar con el responsable de la peste que azota Tebas, Edipo propone a su pueblo un acto performático: decir la verdad a toda costa, preguntar lo que no se sepa, activar las conversaciones que se tienen catalogadas como prohibidas y desmontar la censura”, advierte el director de escena.

Dos frentes se abordan en la obra de manera simultánea. Por un lado se genera una narrativa en pro del efecto revelador que tendrá el espectador que desconozca el mito original; por otro, salpica el montaje de referentes que —para la gente que esté familiarizada con la historia y su desenlace— impactarán en niveles más profundos de lectura.

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La primera colaboración de David Gaitán con Alejandro Luna fue El Enemigo del Pueblo, con la Compañía Nacional de Teatro en 2017. Su segundo proyecto juntos, Edipo: nadie es ateo, un año después. “Es un privilegio enorme trabajar con Alejandro. Es un artista que le gusta estar cerca del proceso. Prácticamente en todos los ensayos estaba ahí, escuchando. Absolutamente solidario, para nada invasivo”, comparte Gaitán.

“En los breaks, al final del ensayo, nos quedábamos conversando si lo que habíamos visto en ese ensayo nos activaba alguna idea espacialmente, si modificaba algo de lo que habíamos hablado. Empezábamos a imaginar el espacio, el diseño”. En este montaje, Luna coloca diagonalmente una gran mesa con pilares griegos que sostienen el tablón como soportes de un palacio, con lo que evoca la concepción que tenían los griegos del mundo. Algunas sillas alrededor, en pie o tiradas a los lados, recuerdan el caos y a personajes ausentes.

Lo que admira Gaitán de su trabajo es que “tiene una claridad para traducir un efecto que tiene un profundo alcance emocional e imaginativo. Hacer la traducción de eso al mundo de lo técnico creo que es de una maestría muy particular. Yo creo que sobretodo en la geometría que hace con la luz; en dónde cuelga los focos, con qué intensidad, qué focos, qué combinaciones hace. Es un espectáculo en sí mismo.”

“Con la escenografía, Alejandro Luna es un arquitecto destacadísimo por el manejo de volúmenes, formas y profundidades en el espacio. Va entendiendo muy bien el arco que estamos buscando generar con el espectador, y navega a favor de que el espacio acentúe ese arco. De la conversación que vamos teniendo, las resoluciones puntuales que termina por elegir, sin duda se convierte en una coescritura de la experiencia del espectador.”

El teatro es una experiencia colaborativa y esa “aventura siempre tiene que ser el encuentro de dos artistas, o tres o los que sean, en un diálogo específico. Y creo que eso es parte de lo emocionante. Uno va encontrando sus cómplices a medida que esas conversaciones fluyen bien; que ambas partes entienden que sus ideas tienen cabida, que son valoradas, que dialogan con las ideas del otro.”

El arquitecto, escenógrafo e iluminador Alejandro Luna (Ciudad de México, 1939) ha sido calificado por sus pares como un “genio de la luz” y “pilar fundamental del teatro mexicano”. Por su manejo del espacio y de la luz, se ha llegado a mencionar que la escenografía mexicana es una antes y después de él.

Por su relación con los creadores más relevantes del país, por la calidad de sus diseños y por ese genuino interés por el teatro como arte, se ha convertido en un punto de referencia para entender no sólo el desarrollo del espacio escénico, sino del teatro mexicano en su totalidad.

Así pues, Edipo: nadie es ateo rinde un homenaje al arquitecto –quien participa en el montaje con el diseño de escenografía e iluminación– los días sábado 13 de agosto a las 19:00 y domingo 14 a las 18:00 horas, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro Histórico, Metro Allende), con los cuidados sanitarios necesarios: uso permanente de cubre-bocas y de gel anti-bacterial, tanto de parte del personal del teatro como de los espectadores.

Ganadora en 2019 de los Premios Metropolitanos a la Mejor Adaptación y a la Mejor Dirección de escena, cuenta con las actuaciones de Carolina Politi, Adrián Ladrón, Diana Sedano, Ramón Morales y el propio Gaitán.

Admisión: Luneta, Primer Piso Central y Primer Piso Lateral $250, y Anfiteatro y Galería, $200. Los boletos se pueden adquirir en la taquilla del teatro y en las plataformas digitales de Ticketmaster.

Sobre los procesos creativos y la importancia de pagarle a un escritor

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Mientras preparo mi justificación para presentar un proyecto al FONCA y después de haber leído la convocatoria y demás tutoriales de cómo presentar un proyecto, vienen a mí las siguientes interrogantes: Si otorga una beca a jóvenes creadores, ¿de dónde se pretende que tengan la experiencia para concursar con sus demás contrincantes? Si la beca está pensada para jóvenes talentos y promesas de México ¿por qué tendría que mostrar un curriculum detallado de su carrera? Vamos, a los treinta y cuatro muchos esperamos ya tener una trayectoria recorrida, sin embargo, para lo jóvenes, muy jóvenes, ¿no son una traba estos requisitos?

Pienso que el arte no sólo es compromiso que necesita tiempo y disciplina, es una profesión que necesita dinero y que la mayoría de la sociedad y gobierno ven como algo inútil, empero, se continúa necesitando. En mi experiencia, como escritora nadie quiere pagar por una obra, un artículo, un guion. ¿Pensarán que los escritores tomamos los libros de los árboles?

La maduración de un artista no depende sólo de los años que tenga, también del tiempo que pueda llegar a tener para invertir en su oficio. En el oficio de la escritura, hablo sólo de éste porque es el único que conozco, se necesita tiempo para escribir y por gracioso que pueda parecerle al lector, una obra no proviene de la inspiración y tampoco hay musas que nos toquen en medio de la noche. En su mayoría, las obras vienen después de horas de estudio, de dedicación, de interrogantes y pocas veces todo ese cúmulo de cosas sólo terminan en intentos de obras guardadas en la memoria de nuestra computadora. Quizá terminar una obra completa y buena es una cuestión de suerte, pero digamos que una buscada.

Mientras escucho uno de los tutoriales en YouTube, la voz femenina dice que, si no obtenemos la beca para este año, trabajemos duro para tenerla: Si quieren ser directores, dirijan… ¿Sabrá ella que para dirigir una obra se necesita de un grupo de actores y un dramaturgo? A temprana edad todos buscamos oportunidades; y al vivir con nuestros padres, aceptar trabajos en donde no hay pago es una posibilidad, pasando los treinta no lo es.

La becas, en este caso la del FONCA, deben pensar que son también un semillero de artistas en potencia y que necesitan ser más sensibles ante las carencias económicas de la mayoría de los mexicanos. En el caso de los escritores y dramaturgos mostrar una obra escrita y terminada con potencial y que el jurado sepa reconocer el talento de lo que lee, más allá de lo que dice su curriculum, es también un acto que necesita sensibilidad y visión artística.

Lo importante de un artista no es la cantidad de obras montadas o publicadas, sino la calidad de su obra, la cual se demuestra en cada montaje, en cada dramaturgia o interpretación. La visión de un artista revela el alma humana y no sigue agendas políticas, sigue una voz interna que lo conecta con los otros, quizá sea lo que se conoce como inconsciente colectivo.

Si queremos conocer en el futuro las voces de los escritores, debemos pagarles su obra y no sólo de manera simbólica. Retiremos los mitos de artista sufrido que anda con zapatos rotos con tal de escribir. Un escritor tiene derecho a una vivienda digna, a un pago por su obra digno, a comprar libros con el pago de su obra, estudiar horas y encerrarse a leer. Porque aunque sea difícil de creer, los escritores son los críticos de nuestro tiempo y de ellos depende que en el presente y futuro se conozca la realidad de nuestra época.