La Dulzura

Por Viridiana Nárud

La Dulzura es una obra escrita por David Olguín, interpretada por Laura Almela y Daphne Keller. El conflicto es sencillo y claro: una madre e hija se enfrentan después de la muerte del padre, un secreto muy oscuro tiene que ser revelado. Sin embargo, el conflicto se desdibuja y apunta a distintas cosas que nos extravían como espectador.

Tenemos una escenografía que simula una sala de interrogatorio: una mesa y dos sillas, lo que avisa de antemano que esto será una batalla entre madre e hija. Comienza la obra hablando de Freya, gata que pertenecía al padre y que por el nombre que tiene invoca a la diosa nórdica del mismo nombre, la cual es descrita como la diosa del amor y la belleza. Durante la obra reinará la analogía entre la gata y la madre, lo que desencarna el celo de la hija por el amor del padre.

Pero hay algo en la trama, algo que no conecta y que pareciera producto de distintas ocurrencias. El conflicto principal se desdibuja al inicio de la obra porque el gran misterio es revelado sin la mayor oposición de la madre, aunque se trata de mantener la tensión debido a ese “secreto” no se logra; después se encuentra este juego del lenguaje que trata de avanzar dramáticamente por medio de un juego en cual sólo se contesta y pregunta por medio de una palabra. El listado o enunciación de las palabras y su secuencia tendrían que dibujar en la mente del espectador un hecho, pero no se logra.

También se encuentra este juego de la magia y el ritual. El muerto es invocado por la hija y se supone que tendría que estar presente en medio de la ausencia. ¿Por qué no se logra que el muerto esté presente en esa noche en donde cobra vida a través de la palabra para vengar a la madre? Porque la palabra no tiene fuerza, porque la evocación de Lázaro no es suficiente para traerlo a la vida.

La magia y el ritual tienen sus propias reglas y ellas tienen su peso en la palabra, el silencio y en las acciones. Que es algo que no respeta el autor en esta obra. Por eso la evocación del padre y la miseria que con él trae no queda conjurada en la obra.

Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar

Por Viridiana Nárud (@Viridianaeunice)

Hace años escuché hablar de esta obra y de lo impresionante que era la actuación de Mari Carmen Ruiz, lo que ondeaba entre lo grotesco y maravilloso. Así que cuando se abrió la posibilidad de ir a ver esta obra, inmediatamente dije que sí. Inicia la obra: dos mujeres, opuestas en todo, se encuentran frente a frente, gritan cosas imposibles de entender. Van de un lado al otro del escenario; lavan ropa, gritan, se desnudan y yo sigo sin entender nada. Escucho al señor junto a mí: Me duele la cabeza. Después, una pausa, las mujeres han dejado la metaficción para entrar a la ficción. Recuerdo que es la adaptación de Las Criadas de Jean Genet, obra que narra el asesinato que cometen dos criadas contra su ama.

Ahora, para entender esta obra, Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar, es importante entender su contexto e importancia respecto a la fecha de su estreno y la fecha actual. Hace diez años el teatro en México dejó de ser institucional al abrirse espacios alternativos y no convencionales, había una urgencia por parte de la juventud, no sólo de hacer teatro, sino también de consumirlo. El boom de estos espacios no convencionales dio paso a lo que me gusta llamar: La Breve Etapa de Oro en el Teatro Mexicano. Vaca 35 Teatro fue partícipe de este movimiento consciente o inconscientemente. Su manera transgresora y antiestética llamó la atención de las juventudes necesitadas de ver nuevas maneras y formas que rompieran las estéticas y narrativas convencionales.

A nueve años después de su estreno esa fuerza se ha roto como un hechizo. Es difícil entender de qué trata la obra si no se sabe que está basada en las Las Criadas de Genet, lo cierto es que esta obra es sólo un pretexto para narrar algo más, algo que no queda claro al espectador. Anne Carson dice que la economía de la poesía radica en el Tú, a lo que yo sumo, a esa capacidad en donde el otro se ve inmerso en la obra y se le comunica algo. La tarea básica del teatro es la comunicar porque sin el otro, sin su eco, no es nada.

Niñas y niños: hablar de la aniquilación familiar con ingenio

Por Johana Trujillo (@jOtrujilloA) / Foto: Solovino Producciones

 

De un encuentro inesperado en un aeropuerto nace una relación pasional que muy pronto se vuelve una familia con casa, trabajo e hijos…hasta que las cosas dan un giro perturbador al ser incapaces de asumir la responsabilidad de su relación y usar lo que más aman para destruirse. Niñas y niños es un monólogo escrito por el dramaturgo inglés Dennis Kelly; es una mirada violenta a la estructura familiar y el trauma, escrita ingeniosamente con mucho humor negro. Es producido por Solovino Producciones e interpretado por Amaya Blas, bajo la dirección de Itari Marta.

“Es un texto que me impactó muchísimo y que me dejó pensando un rato. Me acuerdo que lo terminé de leer y me generó mil tipos de emociones”, comparte Amaya en entrevista para Distrito Teatral. Inmediatamente quiso contar esta historia “porque a parte que te aporta a nivel artístico porque está super bien escrita, es muy ingeniosa, también está la parte de que yo no sabía qué quería decir aniquilación familiar; quiero hablar de un tema del que no se está hablando”

Un texto muy poderoso y una historia que impactó tanto a Amaya que la llevó a perseverar cuatro años para conseguir los derechos de autor para montar una obra que no es aleccionadora. “Lo bonito es que tú vas viviendo esta historia con el personaje, todos esos distintos momentos de su vida.” El texto es una traducción y adaptación de Paula Zelaya Cervantes y el resto del equipo está conformado por Hanna Berumen (Producción ejecutiva), Thalía Palacios (Diseño de iluminación y escenografía); Verónica Barba (asistente de dirección) y Joan Page (asistente de Producción).

Niñas y niños nos invita a pensar de dónde viene la violencia, la aniquilación familiar que brota dentro de una familia en apariencia perfecta. Mas que entender la violencia, “es entender que somos así, que a lo mejor hay una idealización del ser humano y que las personas que hacen esto no necesariamente son personas que constantemente están siendo violentas, no, puede ser cualquiera de nosotros.”

Una de las cosas que me llamó la atención fue el montaje en sí mismo, la manera en que decidieron contarnos esta historia me mantuvo atenta todo el tiempo. El papel kraft para contar la relación con los hijos a partir de dibujos pintados en el momento; la silla como metáfora de “coger de perrito” o “la fila del avión” en donde la posición de la silla fundamenta la semejanza con aquello a lo que hace referencia el texto. “Tuvimos un ensayo específicamente de tres horas, de sólo dibujo, de cómo van a ser los niños, de ideas, de trazos.”

El primer día de ensayos con Ítari, Amaya llegó con la curiosidad de qué iba a proponer, con total confianza en Ítari pues “por algo es la directora, por algo le llamamos, por algo le admiro. Es una tipa muy talentosa”, recuerda. También está muy contenta con todo este universo que se creó. “Me sorprendió muchísimo, no me esperaba eso para este tipo de textos. En ningún momento me imaginé que iba a ser montado con tanto juego.”

Este tipo de teatro es el promovemos en Distrito Teatral porque te deja pensando, te sorprende y permite abrir temas de conversación que normalmente no abrirías. Esa es la magia del teatro “si conectas de una forma emocional, puedes llegar a comprenderlo mejor o te puede generar una reflexión más profunda”.

Niñas y niños tiene una duración de 90 minutos. El drama es apto para mayores de 16 años.

Los Signos del Zodiaco

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

¿Cuándo asistimos al teatro qué es lo que nos emociona? ¿La historia, el director o nuestro acto favorito? La tarea del dramaturgo, a veces vilipendiada, trata de revelar el destino humano a través de símbolos e historias que hagan eco en la mente y emociones del espectador. Por ello, cuando un escritor logra revelar la esencia humana se convierte en clásico, porque el alma humana y sus necesidades no cambian a pesar del tiempo. Los Signos del Zodiaco escrita por Sergio Magaña es de esas obras que revelan una verdad oculta y profunda, a pesar de haber sido escrita en 1944, y tuve oportunidad de verla en el CEA, sí la escuela de Televisa.

Ahora pasaré a narrar mis prejuicios antes de asistir a la obra montada por estudiantes del CEA y el director de teatro Isael Almanza. Es cierto que existen ciertos prejuicios acerca de los actores de telenovelas y uno podría creer que ver a un Sergio Magaña dentro de la institución artística de Televisa podría ser un fiasco. Lo cierto es que esta escuela ha mostrado, al menos en sus exámenes, saber contar historias a través de sus actores y directores.

Isael Almanza ha encontrado un espacio de experimentación dentro de este recinto. Ha combinado el realismo con su fuente básica que es la colectividad y la fiesta dentro de una obra. En esta ocasión bajo el enorme texto de Sergio Magaña, que es grande no sólo por lo que cuenta, sino por la descripción detallada de la escenografía, que abarca tres niveles de una vecindad en México, lo que hace el director es acomodarlo todo en un microespacio. Es entendible por el espacio tan pequeño. Lo interesante aquí es mostrar cómo un conjunto de actuaciones poco uniformes puede sostenerse siempre y cuando tengan de dónde tomarse, los andamios y castillos de la obra es la dramaturgia de Sergio Magaña que Isael entiende y lo acompaña poniendo un sello particular en donde la fiesta se vuelve parte de la obra e invita al espectador, sin molestar, a que sea parte del festejo.

Los Signos del Zodiaco es una obra aplastante para quien la tome, porque en su brillo alumbra a quien la tome, es guía, pregunta y respuesta, pero no todo director puede darle guía, ya que en sus complejidades puede perderse. Isael logra bajar el texto, adaptarlo, guiar a sus alumnos en un pequeño foro de Televisa. ¿Qué sucedería si saliera la obra de la institución? Una respuesta que dejo a productores.

Casa de mascotas

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Casa de mascotas aborda un conflicto en apariencia superficial: La mascota de la casa ha matado al indefenso perrito de los vecinos. ¿Qué se debe hacer? ¿Ocultar el homicidio del perro? ¿Sacrificarlo? La realidad es que este conflicto esconde algo más siniestro. Aarón, un hombre desempleado, vive bajo el techo de Eva, una mujer que ostenta un poder económico e intelectual, superior a su pareja.

Como dueña de una perrita gigante y dominante, comprendo y empatizo con el primer conflicto que se nos presenta. Sin embargo, también entiendo que nuestras mascotas son el reflejo de nuestra sombra, de aquello que ocultamos a los otros. En un momento Bill le dice a Aarón que su perro necesita un objetivo, una razón de ser, que es eso lo que hace daño al animal. Aarón sólo dice escuchar las palabras, pero en realidad ignora todo lo que Bill le ha dicho, ahí viene el peligro.

Según Jordan Peterson, controvertido psicólogo clínico, no existe nada más terrible que un adulto comportándose como niño, ya que las personas que no crecen no encuentran su sentido de vida y se vuelven hostiles y resentidos. Hoy, en la actualidad, las mujeres nos enfrentamos a hombres-niños imposibilitados de crecer. No se les ha enseñado que la vida no es sólo beneplácito y alegría, sino también trabajo y dolor. Las sociedades antiguas tenían distintos rituales en donde infligían dolor real en el adolescente para mostrarle el dolor de la vida futura. Quizá para algunos estas prácticas y señalamientos puedan parecer crueles, lo cierto es que existen reglas de la vida superiores a las sociales, que marcan la vida de las personas. Tener un objetivo y trabajo da sentido a nuestra vida, algo de lo que carece Aarón.

Eva representa a esta mujer empoderada, que tiene a un hombre a su lado sin tomarlo mucho en cuenta, es el adorno de casa, el trofeo para demostrarle a la sociedad que se puede tener todo en la vida: Amor, trabajo e independencia. Lo cierto es que Eva oculta a Aarón grandes secretos ya no lo considera en verdad parte de su vida.

Como toda comedia negra revela de manera divertida la realidad de una sociedad. En su dirección, iluminación y escenografía, todo se encuentra en el lugar preciso. Antonio Castro da importancia a contar la historia y por eso es una obra entretenida que atrapa al espectador, aunque lo deja ir en dos momentos: en la borrachera de las mujeres y en el monólogo final. Casa de mascotas es una obra recomendable para reír de esta siniestra realidad.

Casquito: los padres como referentes a imitar

Por Johana Trujillo (@jOtrujilloA) / 23.10.22

 

Gracias al Circuito Nacional de Artes Escénicas Chapultepec: Teatro y Espacios Independientes del Centro Cultural Helénico, la compañía Pochota Teatro trajo a San Cristóbal de Las Casas Casquito, una obra escrita e interpretada por Joan Alexis Robles, pensada para la comunidad de Cabeza de Toro, una localidad a orillas de Laguna Pampa La Joya, en el municipio de Tonalá, Chiapas. Este unipersonal tiene como objetivo, desde su concepción, ofrecer un montaje divertido y reflexivo a la vez para que la comunidad se interese en el teatro, por eso, los personajes utilizan el lenguaje de la costa chiapaneca.

 

Casquito nos da a conocer la historia de un niño de tres años que vive en una pequeña comunidad pesquera a orillas del manglar chiapaneco. Narra cómo crece en la pampa turula teniendo a su padre como ejemplo. Con la luz, el espacio y el manejo corporal del actor, el unipersonal aborda cómo los niños ven a los adultos de su comunidad como referentes. Entre los personajes están los padres de Casquito y su amigo Bodoque.

 

Si bien no está basada en hechos reales ni es autobiográfica, recopila diversas problemáticas que suceden en Cabeza de Toro, como el abuso infantil o el uso del poder y el sexo como un elemento machista, muy presente también en las comunidades indígenas del estado. Con una mirada fársica, Casquito nos muestra cómo la comunidad alrededor de este niño afecta irremediablemente su comportamiento.

 

En el conversatorio al final de la función en Patio Petul, Joan Alexis compartió que en Cabeza de Toro su principal público son niños porque “les urge crecer” y quieren ser como los adultos. También comentó que en las escuelas de teatro se les dice que el teatro tiene un impacto y cambia conciencias. Dado que “en una gran ciudad son rostro que no vuelves a ver y no sabes qué impacto pueden tener”, decidió irse a su pueblo a responder la pregunta “¿una obra es capaz de cambiar a alguien?” Al día de hoy no lo ha percibido claramente, pues para los niños el personaje es “un cojelón que dice muchas groserías”, todavía no ven lo que trata de decirles a lo adultos, pero seguirá montando otras obras para encontrar respuestas.

 

Aún existen comunidades indígenas en Chiapas, Guerrero y Oaxaca que se rigen por usos y costumbres. Incluso en algunas de ellas continúa la práctica de vender a las hijas para casarlas, aunque el comprador sea mucho mayor que ellas, incluso a cambio de cervezas o animales. El machismo deslegitima su opinión y se tiende a culpabilizarlas por la situación de violencia en la que viven. Es un cambio cultural lento en el que Casquito puede contribuir como una actividad detonadora de diálogos, principalmente para la mujeres de cualquier comunidad que asistan y se vean “quebradas, pensativas” o que sólo logren expresar “es lo que sucede, es duro verlo así”.

Cómo empezó todo y qué nos sigue inspirando hoy

Por Johana Trujillo / 22.10.22

 

Hace diez años y algunos meses, un 27 de enero de 2012 abrí el Twitter de Distrito Teatral. Así empecé a concretar la idea de dar a conocer la cartelera de teatro de la Ciudad de México. Sin embargo, la idea apareció por primera vez en 2010: “Hacer una cartelera como la de Cinemex pero de Teatro. Que puedas saber qué puedes ir a ver hoy que se te antojó”.

Unos meses después empecé el sitio web gracias a Víctor Zenteno de Mupcow. Publiqué la cartelera de los distintos teatros que había en ese momento, con esa búsqueda especializada por día que había soñado. Poco a poco fui pudiendo diversificar el contenido con distintos colaboradores como Enrique Saavedra, Alejandro Laborie, Perla Schwartz o Agnés Merat.

Empeñada en no tener un modelo de negocio basado en la publicidad tradicional, seguí (y sigo) financiando los gastos de la plataforma con mi trabajo de diseño y difusión. Así que para mantener el contenido, busqué colaboradores voluntarios dispuestos a ir al teatro y reseñarlo. En 2013 Artemisa Tellez, Mireya Flores, Viridiana Nárud y Óscar Fontana aceptaron el llamado. Mi más profundo agradecimiento a estas personas que confiaron en el proyecto y subieron al barco un tiempo. Distrito Teatral no hubiera sido posible sin su generosidad ni su mirada.

Ese mismo año colaboramos dando a conocer opciones en cartelera cada semana en un programa en Programa de mano conducido por Patricia Madrid y Paulina Sabugal.

Para 2018, escribí un manifiesto que hoy me sigue inspirando a seguir adelante con el propósito de Distrito Teatral: provocarte curiosidad e interés por conocer el teatro e ir a descubrir historias. Es algo a lo que vuelvo cuando me siento perdida, cuando quiero tirar la toalla. Me recuerda por qué seguir inspirando a decir: ¡vamos al teatro!

Hoy me sigue inspirando conocer compañías que hacen el teatro que promovemos aquí, ese que provoca, conmueve y nos lleva a reflexionar, a identificarnos con alguna parte de la historia y darnos cuenta de algo en nuestra vida. Me sigue inspirando ir a descubrir qué vale la pena ir a ver, compartirlo y conversar de eso después de la función porque el teatro es un disparador de diálogos, de reflexiones, de descubrimientos y a veces, de catarsis.

¿Cuál es el destino de Distrito Teatral? Seguir diciendo sí a dar a conocer a quienes hacen teatro y su trabajo; a reflexionar sobre lo que nos inquieta en relación a lo que vemos o vivimos en el teatro. Hacer investigación activa alrededor de una pregunta que nos dejó la pandemia: ¿de qué manera podríamos hacer una contribución más genuina y significativa a la comunidad de teatro? Dialogar con la comunidad teatral sobre tres preguntas: ¿cómo hacemos de la cultura una prioridad en México? ¿Cómo visibilizamos el trabajo de tanto creativo involucrado en un proyecto teatral? ¿Cuál es el teatro que necesitamos en el siglo XXI?

Seguiremos adelante mientras haya espacios para el teatro, personas haciendo teatro y personas yendo al teatro. Sin esos tres elementos no existe Distrito Teatral.

Manifiesto Distrito Teatral (distritoteatral.mx)

Un obús para el corazón

Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)

Wajdi Mouawad es un dramaturgo canadiense de origen libanés que marcó un hito en su carrera con la obra “Incendios” la cual sería filmada poco tiempo después con el título “La mujer que cantaba”, de esta manera, el autor, logró la fama mundial. En México aún se recuerda como una leyenda la dirección de Hugo Arrevillaga y cómo es que las personas hacían fila para ir a verla. Por ello, cuando se anuncia que va haber un montaje de la obra de Wajdi Mouawad, las expectativas son altas.

“Un obús para el corazón” es una obra en la que se pretende narrar el momento en donde Wahab, siendo niño, vive un ataque paramilitar en contra de civiles. Por medio de la abstracción del espacio se intenta narrar una historia que tiene un tinte realista. Primero voy a analizar si este juego en la escenografía funciona. Para entender el arte abstracto uno debe tener en cuenta que es por medio de la simbología y la psicología del color que se narra una historia y que no es lo mismo el action painting en donde la fuerza del movimiento, los colores desean enmarcar una impresión emocional en el cuadro. En este caso, la abstracción es figurativa, se tienen marcos de cuadros que son narrados dentro de la obra para dibujar el espacio en donde se moverá el personaje. Después, están las imágenes que son demasiado explícitas: Cuando se dice que están en un camión se proyecta la imagen de un camión; cuando se describe a la madre aparece la madre, entonces, ¿es abstracto o no?

Ahora hablemos de cómo juega la música dentro de este universo. Es cierto que el cine ha tenido gran influencia en el teatro y que esta idea de musicalizar ciertas escenas para marcar un ritmo o estado emocional de personaje o historia puede resultar benéfica para la progresión narrativa de la obra o tensión de ésta, sin embargo, en este caso la música no tiene ninguna función diegética.

Sobre la actuación: Bernardo Gamboa tiende a crear un ritmo en sus monólogos, no sé si sea una estrategia mnemotécnica o una costumbre, el resultado es que uno puede predecir que al final de cada frase acentuará la última vocal. Es tarea de dirección retirar esos pequeños vicios porque en esta ocasión se contaba la historia de un extranjero que sonaba a hombre del norte de México por ocasiones.

La traducción es algo importante y si bien es cierto que toda traducción es traición, es importante respetar ciertas convenciones del lenguaje que tienen que ver en qué espacio geográfico se encuentra el personaje, ya que si se utiliza la palabra culote con acento del norte, me transportan de manera inconsciente al norte del país aún cuando se está narrando el invierno con nieve en Canadá.

La unidad de espacio y tiempo no se encuentra en esta obra y por lo mismo hace muy difícil la compresión de este monólogo. El protagonismo de la escenografía y dirección opacaron al actor y la historia. Es importante recordar que uno va al teatro a ver historias y que el trabajo de los creativos se vuelve inolvidable siempre y cuando hayan cumplido la función en torno a la historia.

¿Cómo fue que perdí el hábito de ir a ver teatro?

Por Johana Trujillo (@jOtrujilloA)

 

“Ya casi no tenemos cortesías, escríbenos pronto para entrar sin costo”, me llevó a pensar en los hábitos del teatro: ir al teatro, pedir cortesías, ofrecer cortesías, pagar entradas al teatro, conversar después del teatro e incluso reseñar obras de teatro. Todos son hábitos que pueden cambiar con el tiempo.

 

Últimamente me he estado preguntado cómo fue que mis idas al teatro fueron disminuyendo poco a poco. Me pregunto también si perdí el hábito de ir a ver teatro o ha sido sólo por mero desconocimiento de la comunidad teatral local.

 

Ofrecer una cortesía o no ofrecerla; decidir ir al teatro un día o no, parece insignificante; pero en cuestión de hábitos se acumula con el tiempo y se hace más evidente: personas esperando tener cortesías para ver teatro o, como yo, dejando de ir al teatro frecuentemente para pasar a ser del grupo que va una o dos veces al año.

 

Si los efectos de nuestros hábitos se multiplican cada día que los repetimos, entonces, ¿qué queremos ser? Si se quiere vivir del teatro, entonces ¿cómo ayuda a esa meta el ofrecer cortesías?

 

Si se quiere tener tiempos libres reflexivos y abrir conversaciones significativas ¿cómo las opciones en cartelera me ayudan en eso? ¿Qué busco al ir al teatro, leer un libro o ver una película?

 

Cambiar las dinámicas que no aportan a lo que anhela el gremio teatral o tener más presente al teatro y la cultura en nuestras vidas depende tal vez de nuestras pequeñas acciones diarias: ofrecer una cortesías o no, consultar la cartelera o no.

Oliva Olivo. Adicta a los patanes

Por Johana Trujillo (@jOtrujilloA)

Tenía ya siete meses de no ver una obra de teatro en vivo. Si bien sabía del circuito de obras que estaba recibiendo Patio Petul, no había podido coincidir mi tiempo libre con alguna de ellas. Esta vez pude ir a ver “Oliva Olivo. Adicta a los patanes” no sólo por eso, si no porque quería conocer lo que el Centro Cultural Helénico estaba trayendo a la ciudad en la que elegí vivir desde 2017.

Oliva es una mujer que tras fallidas relaciones amorosas acepta que tiene un “problemita”: es adicta a los patanes. Convencida de que ha superado a Popeye, debuta como coach y líder espiritual. Por eso, somos parte del grupo de personas adictas a relaciones tóxicas para recibir su tratamiento de sanación emocional. Su lema: “Sé honesto, habla de ti”. ¿Por qué nos atraen esas personas que se envían mensajes con otras cuando están con una? ¿Qué nos lleva a creer que esa relación “puede ser mi última oportunidad”?

La obra dirigida por Andrea Maliachi es interpretada por Paulina Guisa, y al frente del teclado está Christian Navarro como Teclas. Este espectáculo retoma al personaje de tiras cómicas y cortometrajes de dibujos animados creado por Elzie Crisler Segar en 1919 para Thimble Theatre. Usa el humor para criticar las relaciones codependientes y las distintas maneras en que se intenta superar a un patán… hasta recibir una llamada del susodicho.

Paulina Guisa aparece vestida con la característica blusa roja del personaje animado con la diferencia de que su falda negra tiene una abertura lateral que deja al descubierto un poco más que sólo la pantorilla. Por otro lado, Christian Navarro porta un traje de marinero. Nos hacen sentir parte de su tripulación. La puesta en escena libera carcajadas de quienes asisten e incluso requiere de su participación, como en el ritual de vudú para causar algún mal al susodicho (de Oliva).

¿Qué alimenta el deseo de venganza y de hacer daño a quien causó dolor? El personaje de Oliva Olivo nos embarca en su método, en los recuerdos de amores tóxicos a la vez que nos muestra que al ser humano no le importa hacer el ridículo con tal de sentir que es alguien, que no estar solo en este mundo.

El espectáculo de Regordet Cabaret se presentó en Patio Petul, en San Cristóbal de las Casas, gracias al Circuito Nacional de Artes Escénicas Chapultepec: Teatro y Espacios Independientes, a través de la Secretaría de Cultura y el Centro Cultural Helénico.