Sobre las Huellas del Feminismo en el Teatro de Nuestro Tiempo en México

Por Mireya Flores (@MireyaFloresM)

Con un cariño inmenso para mis alumnas del Claustro y mis colegas de teatro

 

Las expresiones culturales y artísticas como el teatro están estrechamente vinculadas a las realidades en que se producen y desarrollan, esto al mismo tiempo que dialogan con el pasado del que derivan y con el contexto global que les influye. A partir de esto y con la intención de reflexionar sobre las huellas del feminismo en el teatro de nuestro tiempo en México, este breve texto no es sobre cómo se ha construido y representado lo femenino desde lo femenino en el teatro, o sobre las mujeres creadoras en el teatro (donde es preciso reconocer que no toda obra creada por una mujer es una obra feminista, algunas obras solo poseen un pensamiento femenino mas no un compromiso feminista[1]), tampoco pretende ser una memoria cultural que relate las trascendentales aportaciones que han hecho las mujeres a las artes y al teatro en las distintas épocas de la historia.

De manera precisa, este texto no es sobre representación y sí sobre presentación, en el sentido de ser, de estar y de hacer teatro hoy. Ya que, para reflexionar sobre las huellas del feminismo en el teatro actual es necesario referir a las mujeres que hacen teatro en México — ya sea sobre el escenario, detrás o al frente de éste— como marcas latentes de las distintas luchas feministas.

Desde sus inicios los movimientos feministas[2] han sido motivados por grupos de autoconciencia que han puesto en el centro de sus reflexiones sus experiencias sobre ser mujer para iniciar desde ahí un proceso de cambio personal y social en las prácticas e ideologías. Como sabemos: “lo personal es político”[3] y viceversa. Diversos han sido los motivos o las causas de las luchas feministas: movimientos sufragistas encaminados a la obtención de derechos: educación, trabajo, y por su puesto, el derecho al voto; movimientos feministas de liberación y subversión de las ideas patriarcales, y claro, los movimientos feministas decoloniales que han reconocido la multiculturalidad.[4]

Todas estas causas han coincidido sobre el reconocimiento de la libertad de toda mujer a elegir y construir su vida a partir de sus propias decisiones y acciones. Una libertad que las coloca en plena equidad con los hombres y en el lugar que les corresponde en el espacio público. De manera que, las feministas de ayer al demandar para sí iguales derechos que los hombres, exigieron el reconocimiento de su libertad y con ello el derecho de toda mujer a pensarse y construirse como cada una lo desee.

En la actualidad las mujeres escriben, dirigen, actúan; también producen, gestionan, asisten a la producción o a la dirección, musicalizan, diseñan vestuarios, luces, escenografías o la utilería. Otras programan, controlan la taquilla, difunden, comunican y hacen todo lo posible para que cada proyecto escénico llegue a sus públicos. Y sin lugar a duda, quienes crean, imaginan y van y vienen cargando un montón de materiales, tomando decisiones, asumiendo responsabilidades y ejerciendo sus libertades en el espacio público y no solo en el privado. En otras palabras: Mujeres que construyen las diversas formas en que el teatro acontece actualmente.

Han sido décadas de lucha feminista que han favorecido que hoy la industria teatral en nuestro país sea liderada por mujeres que al mismo tiempo y, desde diversos ámbitos, están abriendo camino a las generaciones futuras. Estas mujeres son las huellas del feminismo, por que el feminismo es, entre tantas otras causas, sobre la libertad de elegir. Y cada una de las mujeres que hace teatro hoy, ha elegido al teatro como el espacio para autodescubrirse y construirse fuera de las estructuras patriarcales. Eso es, desde mi punto de vista, la huella más importante del feminismo en el teatro de nuestro tiempo en México.[5]

[1] A partir de Elaine Showalter (1999) “La critica feminista en el desierto” en Fe, Marina (Coord.), Otramente: lectura y escritura feminista, México, UNAM-FCE.

[2] El feminismo como un movimiento social en México resulta de la confluencia de varios factores sociales, económicos, políticos e ideológicos que acontecieron en el mundo y en el país en el siglo XX.

[3] A Carol Hanisch se le atribuye este frase que dio título a su ensayo The personal is political (1969). Aunque el título no es propiamente suyo y fue una elección de sus editores, desde entonces esta frase ha fungido como un lema feminista; pero también ha sido el lema de todas las luchas de las minorías. Así, entendamos lo personal como la capacidad de abrirnos a les otres.

[4] Gutiérrez, C. Griselda (coord.); (2002). Feminismo en México. Revisión histórica-crítica del siglo que termina, México, PUEG/UNAM.

[5] Agradezco a la Dra. Melissa Fernández Chagoya y a la Dra. Brenda Gómez,

profesoras de la Universidad del Claustro De Sor Juana por sus enseñanzas sobre perspectiva de género.