Par de comodines, los clowns “toman” el teatro

Por Guillermo Bejarano Becerril

Con un título que, desde el primer instante, anuncia y remite al número dos con la palabra “par”; para redirigir al dos, pero ahora con la pareja que aparece en el juego de cartas o la función que cumplen los comodines en los naipes, es decir, la suerte y la fortuna, la pieza cirquera-teatral Par de comodines cumple con todo lo que advierte en su nombre. Los actores, dramaturgos y directores Valerio Vázquez y Malcolm Méndez encarnan a dos payasos (clowns) que demuestran su fortuna o desgracia en escena al combinar cosas que se pueden pensar por separado: lo estricto y lo permisivo; el drama y la comedia; la oscuridad y la luz; lo armonioso y lo discrepante; el circo y el teatro.1

Par de comodines es una pieza teatral que nos ofrece un show circense. En esta temporada, rinden homenaje póstumo a su maestro, Anatoli Lokachtchouk, artista circense ucraniano y principal promotor del clown en México. Desde que salen a escena, rompen con la solemnidad del teatro y crean una atmósfera festiva. La escenografía —de Tenzing Ortega (QEPD)— nos lleva al interior de un circo. Se recrea con focos que cuelgan en hilera, un circulo como pista en el centro, las cortinas rojas, la diana del tiro al blanco y la silueta de una carpa circense. La iluminación —de Roberto Paredes— cambia de colores de principio a fin. Cuando salen los actores todo es claro y luminoso pero mientras avanza las luces son intermitentes cambiando de colores rojos, amarillos, o parpadean. El vestuario —de Samuel Conde—, desde un inicio indica que existen dos maestros de ceremonia. Uno con un sombrero de copa que parece más bombín o su saco y chaleco negro; el otro con una chamarra, a veces, chaleco rojo y lineas verticales blancas y amarillas. Un bastón versátil se usa como lo que es o el mango de una red o el artefacto para aporrear a su compañero o trajes especiales para hacer acrobacias. Los efectos de sonido —ejecutados en escena por Gregorio Villegas— sirven como la ambientación de cada uno de los movimientos de los payasos y hacen más cómica cada escena.

El teatro contemporáneo regularmente aborda situaciones de la realidad como meditar sobre el ser, la identidad, el papel del dramaturgo, la violencia, el amor u otras de estas realidades que vive (o pudiese vivir) cada persona o ficciones no miméticas como los viajes en el tiempo o espaciales; las utopías o distopías. No obstante, Par de comodines no abusa de ello. La misión de estos cómicos es recrear la hazaña de Guillermo Tell —aquel personaje y símbolo suizo que encarna la rebelión y la libertad—, quien consiguió atravesar con una flecha una manzana que estaba sobre la cabeza de su hijo. Antes de cumplir su misión, se enfrentarán a múltiples desacuerdos por encontrar la manzana, por saber en qué cabeza estará y quién disparará. Todo esto desde un sentido humorístico e irónico, pues discuten, se aporrean o se cargan uno a otro para realizar actos circenses, acrobacias, trucos e ilusiones ópticas.

El arte teatral no es sólo drama, también converge la comedia y la magia del circo con la corporalidad, la pantomima y la música. Quien piense que la actuación de un payaso (clown) no presenta dificultad debería de asistir y ver la obra. Esta temporada, la compañía teatral “La Gran Pompa” presentará Par de comodines hasta el 22 de septiembre de 2024. Funciones sábado y domingo a las 12:30 hrs excepto 21 de julio y 15 de septiembre. El Teatro Orientación Luisa Josefina Hernández del Centro Cultural del Bosque está en Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n.

 


GUILLERMO BEJARANO BECERRIL (Ciudad de México, 1998) poeta y estudioso de la literatura mexicana. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha colaborado en los proyectos Soga viviente y Vida y obra de José Juan Tablada. Ha publicado en las revistas: Revista Zur; Pérgola de humo; Punto en línea, Casa del tiempo y Pirandante. Revista de Lengua y Literatura Hispanoamericana.

 

1 En este texto, la palabra “payaso” y “clown” se ocupan de manera indistinta y como sinónimos. Sin embargo, para algunos investigadores del tema, sí existe una diferencia entre los términos. En el texto “El payaso y la Filosofía” (2002), María Zambrano estudia la función del payaso y cómo este conecta con el otro; como su maquillaje o vestuario seduce y conversa con la muerte, o cómo su figura representa la libertad. Otros tantos consideran al clown, como lo presenta Jorge Alberto Caballero Arenas en el libro “Los dramas del clown. Un acercamiento teórico a la dramaturgia del clown” (2020), un personaje teatral, que nace en la Inglaterra del siglo XVI y rompe con las reglas sociales por ridículo y ajeno de esa realidad. Miguel Roberto Borras Rueda, en su conferencia “El Clown: ¿personaje o no-personaje?” (2003), expone una diferencia: el payaso está construido, es cómico, improvisa y cuenta con una identidad; el clown está en búsqueda de una identidad.