Vórtice, universo paralelo en tres planos
Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)
Después de un año de no asistir al teatro en medio de una pandemia que nos tiene alejados del mundo, sumé valor para asistir. La sorpresa fue grande. Había una fila de espectadores deseosos por entrar a ver la obra. Las medidas por parte del Instituto Nacional de Bellas Artes nos permiten mantenernos relajados y seguros.
Al ver esta fila, pensé que el teatro sólo se tomó unas vacaciones para regresar con más fuerzas y que hoy más que nunca, el público se encuentra deseoso por asistir a él. Incluso como asistente crítica puedo decir que esa urgencia de regresar pueda hacer más de esta crítica un relato de lo vivido.
Tras haber entrado y haber sido roseados por spray sanitizante, separarnos de nuestro acompañante, entramos a este espacio oscuro en donde la primera protagonista de obra es la escenografía de Ana Patricia Yañéz. Después, llegó la emoción de la tristeza. Actores calentando en medio del escenario con cubrebocas. Estos individuos están dispuestos a poner en riesgo su vida a cambio de vivir una noche el sueño de la utopía del teatro. El diseño de Mario Marín nos recuerda a películas como el Quinto Elemento y Armagedón. En definitiva, la producción del Colectivo Teatro sin Paredes queda reflejada en este primer cuadro. Comienza el viaje:
La música en vivo de Bringas nos sumerge en un mundo primitivo, donde el ritual tenía vida y la dirección de David Psalmon nos lleva a vivir un sueño. La dramaturgia de Jorge Maldonado es herencia de Psalmon en donde la distopía nos puede acercar a la utopía. Toma como hilos conductores a tres personajes famosos que desaparecieron del espacio y tiempo. Sin embargo, ellos son sólo un pretexto para enunciar lo que en la realidad sucede. Podrían tener otro nombre y aún así contar la misma historia. Lo realmente importante es mostrar que este cambio climático y destrucción a la que sometemos al mundo aún es reversible si todos lo queremos.
Ver nuevamente una producción del Colectivo Teatro Sin Paredes me resultó muy emocionante. Ver la evolución de todos los integrantes del colectivo, muestra que David Psalmon no sólo lleva la utopía en el escenario, también en casa. La congruencia cuando señala apunta a la utopía y siempre se agradece. Una aplauso y admiración a todos aquellos que regresan al teatro y exponen un momento sus vidas a cambio de sueños y utopías teatrales.