
ELEONORA LUNA: ABRIR MUNDOS A LOS NIÑOS DESDE EL TEATRO
La dramaturga y directora Eleonora Luna habla sobre la llegada del teatro a su vida y su manera de ver el teatro dirigido a peques, como una herramienta de empatía.
Por Johana Trujillo (@jOtrujilloA)
Eleonora es del Estado de México, de Texcoco. Un lugar donde lo más común es la música, las bandas de viento y, por otro lado, en la literatura, la crónica de los pueblos originarios. En su adolescencia el teatro no existía ahí.
Llega al teatro gracias a un taller que tomó en la preparatoria. Entre los que sobraban, repujado, maquillaje y teatro, eligió teatro a pesar de ser tímida. Se dio cuenta que no sólo se actuaba sino que también se escribía, que estaba el rol del director, del productor… Pensó que era un hobbie pues estaba la idea de que no se vivía de ello y que era una profesión difícil. “La cual sí lo es. Y que no se vive tan bien, también es cierto porque en cuestión de políticas públicas, en el país, estamos muy mal, y va decayendo”, me comparte.
Cuando estaba en la universidad entraba de oyente en la facultad de Filosofía y Letras, descubriendo también las escuelas dedicadas al teatro como el Centro Universitario de Teatro (CUT) y la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT). “Si es serio. No es que todos los que estudiaron cine se metieron a un taller y ya. Hay una profesión y hay un rigor académico”, recuerda Eleonora. Estudió química y también teatro en la facultad de filosofía. Fue así que al estar de oyente y en los talleres en el centro cultural identificó que lo suyo sí era el teatro. “No me lo podía quitar, entonces me dedico de tiempo completo a esto y a dar clases tanto de teatro como de literatura”.
Cuando Eleanora va al teatro le gusta que le sea placentero, aunque sea doloroso, que le esté moviendo algo por dentro. Busca que lo que ve le esté haciendo sentir algo. Y lo que la motivó a escribir para niños fue “muy chistoso porque una vez me atropelló un camión de escuela cuando iba en la bici. Y un amigo me dijo “es que a ti la infancia te pega por todos lados”. Cuando comencé con esta compañía de teatro de la casa de la cultura, no hacíamos teatro para niños, eran cosas muy experimentales”. Cuando salió de la carrera hizo varias cosas de producción. Desempleada, fue hasta que le hablaron de una escuela primaria, por recomendación, donde necesitaban una maestra de teatro, que descubrió que le gustaba mucho y que incluso tenía facilidad de interactuar con niños difíciles. Encontró que el teatro ayudaba mucho a esa mediación, que se había entendido mal la función social del teatro. Gracias a comenzar a dar talleres de teatro para niños también se dio cuenta que ese teatro era moralino, didáctico en el estricto sentido pedagógico.
“Si voy a enseñarles a lavarse los dientes, ese es el fin último no la diversión, no que ellos hagan, conecten, razonen. En un sentido pedagógico muy tradicional. ¿Por qué estamos haciendo este público que más adelante va a ir y pagar un boleto? No podemos seguir dándoles esto como teatro para niños. Así comencé a investigar qué estudios había. Llegó ese trabajó y descubrí algo que me interesó muchísimo: necesita el rigor académico; necesita la parte social pero también lo lúdico, la manera de tener cohesión entre los miembros de la comunidad y la familia. Luego vi que en ese campo no había nada, no había estudios, nada.
Era algo en lo que yo podía contribuir a ir cambiando esa mentalidad por lo menos en los talleres que yo daba. Donde las familias comenzaban a ver el arte de otra manera porque las mamás y los papás nunca se imaginaron que un taller de teatro lograra cambios en sus hijos. Y a partir de ahora no es sólo que me busquen a mí, ahora van a buscar talleres que cumplan con expectativas cada vez mayores, por lo tanto, cada vez van a ser mejores las ofertas que haya.” Así llegó al teatro para niños.
Cuando la compañía de teatro de Texcoco se separa, ella y los actores comenzaron a buscar textos para montar. Ninguno les convencía pues o eran didácticas o muy “tontas”. Hasta que Eleonora encuentra una adaptación superficial y literal del poema “La caza del Snark” de Lewis Carrol, comienza a imaginar infinidad de posibilidades. Escribió una obra que si bien nunca la montaron, sí ganó el Premio Nacional de Literatura. “Creo que la vida me está diciendo que se me da estar con niños y no tratarlos de la forma convencional”. Comenzó escribir y descubrir la facilidad con que brotaba un tono juguetón.
“Los niños ya entienden el mundo pero lo van entendiendo de acuerdo a sus experiencias. Logran comprender muchas cosas que nosotros asumimos que no porque las hemos complejizado o sobrecomplejizado. Sin embargo, el adulto a veces tampoco ha comprendido el mundo y se le revela en una obra. Me ha pasado a mí: veo una obra y me caen todos los veintes que no me habían caído en treinta años.”, reflexiona la dramaturga y directora.
“Nosotros los creadores no estamos para aleccionar o decir “estas son las soluciones”, al contrario, les comparto todas estas preguntas que yo tengo. ¿Cómo mejoramos nuestra comunicación? ¿Cómo vencemos nuestros miedos? Porque el miedo para un niño puede ser la oscuridad al ir a hacer pipí en la noche. Y mi miedo puede ser la oscuridad porque estoy viviendo un proceso de duelo. Al final, si yo voy a ver una obra para niños y yo estoy pasando ese proceso, se me va a revelar un mundo”
Crear a partir de lo que le está preocupando en ese momento, de lo que ella quiere preguntarles a los niños. Preguntar más que aleccionar, abrir conversaciones. “Yo creo que más que intentar revelarles mundos, más bien abrir todo un mundo y que ellos puedan revelarlo de acuerdo a lo que han vivido y el entorno que tienen”. Para ver a través de los ojos de los niños y conectar con ellos, “ha sido un trabajo de autoconocimiento muy grande y retador porque te das cuenta que tienes muchos prejuicios. Y justo esos prejuicios es lo que comunicas. Puedes ser desde algo tan sencillo como un primer acercamiento a un texto que es para niños, y la manera en que lo lees comienza a ser diferente, con un tono “bobo”. Y que yo trabaje con niños y adolescentes me permite ver dónde la estoy regando. Dónde les estoy hablando de un tema que no les interesa o un lenguaje que no les toca…”
Para conectar con los niños necesitas conocerlos. “Y cuando digo conocer puede ser a tus sobrinos, que los observes jugar.” Para hacer teatro para niños se necesita la habilidad de quitarte todos lo prejuicios y poner atención a tu público tanto en escena como cuando lo estás escribiendo o dirigiendo.