FRACTALES
Veo mientras escribo
Robert Creely
Por Viridiana Nárud (@viridianaeunice)
A veces me pregunto si no debiera ser el artista quien se enfrenta a una sociedad frívola suspendida en minucias y, no el hombre común quien se enfrenta a ese artista exigiendo lo sublime de lo terrible en el arte. Porque pareciera que el fin último de un artista, no todos, es agradar. Como diría Haneke, el arte debe inquietar.
Parece absurdo que el teatro, que ha acompañado a la humanidad y la historia de la civilización se encuentre en constante agonía del lenguaje y escénica. ¿En qué momento el teatro perdió la capacidad de reunir a personas interesadas en este arte y decidió abandonarlas en las taquillas? ¿En qué momento los sobrevivientes que asistimos a este recinto nos dejamos sorprender por palabras vacías?
Me resulta necesario hacer notar que en México la indiferencia de nuestros dramaturgos referente a nuestra realidad es histórica. En la revolución mexicana, mientras existían grandes cambios en la pintura, en la literatura, escultura… el teatro permanecía indiferente tratando de imitar actuaciones y dramaturgias del teatro español del siglo XIX. ¿Qué no se supone que el teatro es el grito de las ciudades?
Fractales de Alejandro Ricaño, es una obra que se encuentra dominada por minucias y un lenguaje muerto, ni siquiera agonizante, porque este último duele. Su fuerza es la retórica que sorprende al oído mal entrenado y sometido por nuestros gobernantes. Usar la técnica y repetición de una buena obra, es generar un desgaste de las formas. En el caso de “Fractales”, pareciera que el autor, pretende retomar la estructura de la obra “Mas pequeños que el Guggenheim”, sin éxito alguno.
En la dirección, Adrián Vázquez, se enfrenta a una problemática típica de la narraturgia: los pleonasmos escénicos. ¿Qué son? Vemos en escena justamente lo que es narrado en palabras. Lo cual resulta peligroso porque no existe un filtro ni reflexión por parte del director para que viva la acción dramática.
Entiendo que el autor quiso hacer un cúmulo de historias que para él resultan entrañables, así como a sus amigos, sin embargo, lo entrañable y lindo no es propio del arte. Dice Kant: “Los sentimientos de lo sublime tensan más fuertemente las facultades del alma”. Para lograr esto el escritor debe mantener en tensión las palabras, no resignificándolas, sino dándoles el peso y significado propios.
Se presentó en Teatro Helénico.
Dramaturgia: Alejandro Ricaño.
Dirección: Adrián Vázquez